El estrés de aquí para allá
Este artículo lo publique en mi otro blog, pero es más que pertinente darlo a conocer en este.
Había una vez una familia como tantas familias, en un inicio de día como tantos inicios de día para tantas familias.
Listos todos para ir a sus diferentes actividades, papá (Andrés) y mamá (Isabel) a sus respectivos trabajos e hijos (Tomás y Ana) a la escuela.
Los cuatro se sientan a la mesa para desayunar lo más rápido posible (como cada mañana de lunes a viernes, de tantas personas).
Por la prisa con la que ingieren sus alimentos, Tomás derrama el jugo de naranja y salpica a Andrés.
Papá está muy enojado porque tendrá que cambiarse la camisa y se atrasará para ir al trabajo, entonces le pega de gritos a su hijo, diciéndole que es un torpe y otras cosas más (como tantas cosas que grita una persona enojada a otra).
- Tomás se levanta de la mesa muy enojado también, sube al autobús para ir a la escuela, al llegar a su destino y pedir parada discute con el chofer porque lo paso unos metros.
- El chofer ya enojado, cuando sube una enfermera le grita, ya que ella no le da moneda fraccionada
- La enfermera llega al hospital de mal humor y trata mal a un paciente que no entendía las indicaciones que ella le explicaba
- El paciente al regresar a su casa está enojado y le grita a su mamá que le sirva la comida porque está muy hambriento
- La mamá que es una mujer serena y tranquila, con dulce voz le dice a su hijo, mientras le pasa la mano en la cabeza: hijo, cámbiate la ropa, mientras te sirvo y vienes a comer para platicar, percibo que algo te pasó.
Estos son las historias de algunas personas, como las historias de una gran cantidad de personas, que viven su vida a diario con el virus del estrés, lo tienen y lo esparcen a otros, contagiando y multiplicando dicho contagio.
Todos estamos expuestos.
Y si te contagias del virus del estrés, depende de ti, como lo vives, como lo gestionas y también tú decides si quieres ser portador o ser quien decida no continuar con el contagio, como lo hizo la madre del paciente.
Es tan fácil, sencillo y rápido contagiar el estrés, como el coronavirus que está arrasando desde el año pasado, la diferencia está en que el estrés lleva años y años viviendo con nosotros, el coronavirus es nuevo para la humanidad, nos sorprendió.
El estrés en cambio habita con nosotros desde hace mucho, es ese compañero que tenemos que aprender a conocerlo y luego a gestionarlo.
Todos nosotros estamos expuestos al estrés, pero en cada uno está la decisión de prolongar o cortar la cadena.